Buscando distracción... [libre]

¿Qué se suponía hacía yo en aquella biblioteca?, bueno, lo más normal sería buscar un libro, aja, pero que libro?, bien, estaba aburrido y no hallé algo más que hacer, la único que se me ocurrió fue eso, además tendría clases en unos minutos y no tenía ánimos para que algún profesor me cachara fuera y ganarme otro tedioso castigo, así que lo más recomendable era quedarme en la biblioteca y matar el tiempo… sin embargo y a pesar de la enorme cantidad de libros que allí había ninguno llamaba mi atención…

Espiritualidad, El Camino a la salvación, ¿Cómo ser un buen instrumento Divino?... por favor, que tanta tontería había, tantas hojas desperdiciadas en eso.

Me senté en el suelo apoyando mi espalda contra una pared, suspirando con fastidio, definitivamente tenía que salir de aquel lugar.

Todos los lugares a los que iba estaban llenos de ruido y molestias, quería relajarse por lo menos una hora, ¿Era mucho pedir? Después de meditarlo un poco solo encontró que la biblioteca era un fantástico sitio lleno de tranquilidad y perfecto, ya que para matar su aburrimiento podría tomar un libro; fue así como se interno entre los pasillos formados por los estantes llenos de libros, la mayoría eran religiosos, muy poco interesantes y al mismo tiempo estresantes, ya que te obligaban a meditar y debatirte sobre el bien y el mal y todas esas cosa que la verdad no tenia ánimos de pensar.

Tomo el primer libro que encontró cuyo titulo le pareció menos complicado: “Poesía religiosa”. Según su experiencia la poesía nunca hacia mal a nadie. Se encaminaba a sentarse en alguna de las mesas cuando se topo con un chico rubio en el suelo que se veía bastante fastidiado.

- Aburrido? – pregunto sonriendo para hacer charla, aunque era completamente obvio que si.

-Más de lo que me gustaría admitir-asentí a la voz que me había hablado y a penas luego de unos instantes procesé el que alguien me hablara, levanté la cabeza de inmediato pensando en que algún profesor me había atrapado, sin embargo suspiro con cierto melodrama al notar que aún no. Le sonrío algo más amistoso mirándole la cara, más mi posición me obliga a bajar mi mirada a sus piernas y de paso al libro que llevaba en la mano, enarqueé una ceja e hice una mueca… otro religioso, -iba a sentarse, no?-pregunté sin dejar de ser cortez, era solo que me ponían de mal humor las personas que tenían fe ciega en alguien en quién realmente no sabían que existía, sin embargo las pasaba, siempre que no intentaran inculcármelo a mi.

- Si, para desabrirme un poco quería leer algo, pero no encontré algo mejor que esto. En realidad no tengo ánimo de debatirme sobre religión, y estos libros no me ayudan mucho. – se sentó al lado del otro chico en el suelo. – Porque estas aquí? Se supone que no deberías… bueno, no deberíamos. – releyó el titulo de libro para después dejarlo por un lado. – Soy Issac y tu?

“¿Desabrirse?”-pensé curvando los labios en una suave y apenas perceptible sonrisa, quizás me había equivocado y realmente este chico no era religioso, como la mayoría aquí.

-Pues no, no debería estar aquí, en la escuela-recalqué, como la odiaba, le miré sentarse a mi lado y le tendí mi mano como saludo, -soy Lyon-dije esperando a que aceptara mi saludo, -si sabes que no debemos estar aquí… ¿qué te trajo a la biblioteca?-

Escucho el nombre del chico y tomo su mano estrechándola en un saludo.

- La verdad no tenía ánimos de tomar las clases. No estoy de humor como para sermones religiosos… este día no. – solía escuchar las clases impartidas con atención la mayoría del tiempo, no le molestaba, esa seria su vocación, así que estaba bastante resignado y se esforzaba en hacer las cosas bien; sin embargo ese día había amanecido un tanto fastidiado de todo. – Pero dijiste que no deberías estar no solo en las clases, sino en la escuela… Porque?

-Porque este lugar sencillamente no es para mi-dije sincero, mirando el lugar con cierto rencor, no exento de la resignación que empezaba a invadirme cada que recordaba el tiempo que tenía en este lugar.

Crucé mis piernas sobre el suelo, abriéndolas un tanto, mirando luego a mi acompañante.

-No sé como te lo tomes pero… digamos que yo no creo en nada de esto, ¿qué existe un Dios todo poderoso que todo lo puede?, no, lo siento, pero no soy el tipo de persona que tiene Fe ciega en algo, aún si ese algo es tan “famoso” como este Dios del que las personas de aquí presumen que existe, pero supongo que tu no piensas igual que yo, no?-sonreí, ladeando los labios con cierta burla, esa pregunta seguro estaba demás, ya imaginaba lo que contestaría.

Pues si, yo si creo en dios… pero hubiera preferido no venir a este lugar. A decir verdad, quien es el masoquista que disfruta de este sitio? Jeje- sonrió. – Realmente no creo que dios este aquí, así que es tiempo perdido permanecer en este lugar. – dijo muy a lo ligero estirando los brazos y colocándolos detrás de su cabeza para serrar los ojos. – Entonces… - dudo un poco- debe de ser muy fuerte el que te obliga a venir aquí jeje, si no, estoy seguro que jamás pisarías este sitio, eso es mas que obvio.

-¿Fuerte?-le miré un tanto desconcertado.

No, fuerte no, pero… esa persona ejercía en mi su voluntad y no precisamente por fuerza bruta más bien porque yo… eh, bueno, creo que ya era suficiente de pensar en él pues ahora sentía que las mejillas empezaban a arderme con un vergonzoso y nada disimulado sonrojo que odié.

-Pues, digamos que sí, esa persona es bastante… fuerte, jeje-sonreí de forma tonta y nerviosa ladeando el rostro hacia uno de los ventanales que estaban en lo alto de las paredes de la biblioteca para evitar que mirara aquel sonrojo, -eh.. y si tu no crees que Dios esté aquí, porqué viniste?-