Oración del Día - Libre -

No hace demasiado tiempo que desperté; el día anterior recibí el informe de que un nuevo seminarista en extremo religioso llegaría a Eternity. Por lo que tengo entendido viene por su propia desición significando que seguramente es uno de esos niños dulces y tiernos a simple vista.

Camino en dirección a la capilla, es el lugar al que más comunmente asisten los recién llegados, y al entrar noto que en este caso no es la excepción. Permanezco de pie en la entrada, esperando a que termine su oración para así poder enseñarle lo que de aquí en más será su nuevo hogar.

Terminó su oración persinandose nuevamente y dando un ultimo amen...

Se colocó de pie y se quedo mirando por algunos momentos aquella figura... aquel perfil del hijo de dios, que había muerto para salverles... para darles una segunda oportunidad.
La pena de saber que alguien como Jesus había sufrido tanto aun le invadia como cuando era niño y resien se lo habían platicado.

Suspiró ondo y después se dio la vuelta para salir de aquel lugar, topandose con la imponente figura de hombre... seguro sería un mentor. Una vez que se acercara a este, muy sutilmente, le saludo con mucho respeto y en voz baja, aunque no habia diferencia pues al estar todo en completo silencio su matiz de voz se escuchaba perfectamente.

- Buenos días.. - dijo sumiso gon la mirada algo agachada.

Espero un buen rato hasta que termina sus plagarias y me ve, acercándoseme para saludar. Tomo su barbilla y elevo su rostro para que me vea a la cara, su semblante angelical luce sumamente bello, será interesante tener a un chico como él en este lugar, hace tiempo que no llega alguien así.

-Buenos días, soy Kadmiel Hybrain, mentor, y me encargaré de enseñarle el lugar- digo con voz suave, soltando luego su rostro para que se sintiese menos nervioso pues lo noté un tanto de esa forma- ¿Cuál es su nombre joven?- pregunto mientras comienzo a caminar fuera de la capilla, haciendo seña para que me siga.

Sentia su cara arder mientras escuchaba todas las palabras del que seguro sería uno de sus mentores.

- Abel Vidal, señor - dijo respetuosamente mientras, inetando calmar sus nervios, comenzaba a caminar para poder alcanzar al mayor.

Alguno que otro seminarista comenzaba a llegar, con cara pesumbrosa, cansada, artada de tener que ir a ese lugar a resar todas las mañanas; aquello no le sgutaba nada a Abel... si no gustaban de ello, mostrar su amor a Dios, por que estaban ahí?

Suspiro y continuó caminando al lado de su mentos hasta salir de la hermosa y elegante capilla.- Agradesco mucho que me de algo de su tiempo para mostrarme el seminario, Kadmiel-sama -

Escucho sus pasos apresurados por alcanzarme mientras dice su nombre, un nombre muy bello a decir verdad, tanto como su portador; al escuchar su agradecimiento me detengo, viendolo ahora al lado mío.

-No tiene por qué agradecer joven Abel, ese es mi trabajo- emprendo camino de nuevo rumbo al seminario, ingresando junto con el menor- Lo primero que debes saber es que el tercer piso está prohibido par todos los seminaristas, a excepción de que algún mentor los lleve- la advertencia es clara, sin dejar margen que se preste a confusiones y haya algo que lamentar.

- Aun asi agradesco mucho el detalle señor. Las tareas de un Mentor son de maciadas, y guiar a las ovejas perdidas como yo, debe ser de las complejas para usted. Aunque por mi parte, sería una de las mas agradecidas, yo se lo agradesco. -

Caminaron por los pasillos de aquel santuario, contenedor de muchas plegarias que flotaban al aire en espera a que su señor dios las cogiera una a una... quizas no todas podrian ser atendidas, pero no por que no quisiese sino porque a veces, los humanos, son seres tan ambisiosos que piden imposibles...

- Entiendo Kadmiel-sama - dijo sumiso a aquella advertencia bien recalcada, y que desde ese segundo, podria tener seguro que no faltaria a ella. La palabra de su mentor era la unica valida para él.

-Espero que así sea joven- digo mientras veo su rostro, muy pocas veces aparecen niños, por muy devotos que sean, que hagan caso a la advertencia, la mayoría no resiste la tentación y luego deben sufrir las concecuencias de sus actos.

-Bien, aquí debajo se encuentran la oficina del director, cocina y comedor, las aulas, biblioteca, enfermería y los baños- voy nombrando mientras recorremos cada lugar- Las habitaciones no cuentan con baños así que deberá usar los que se encuentran aquí- mientras hablo camino hacia la escalera, siendo seguido por el pequeño, subimos al segundo piso donde se encuentran los pasillos de las habitaciones.

-Esta será su recámara Abel-san- exclamo abriendo la puerta y dándole paso, para ingresar tras él- Aquí termina el recorrido, cualquier duda que tenga puede aclararla ahora preguntando lo que sea.

Siguió de serca a su Mentor, escuchando con suma atención a cada una de sus señalaciónes, escuchando las reglas de cada lugar, las horas en las que tenia que bajar por sus santos alimentos y demás...

- Muchas gracias Kadmiel-sama... - dijo una vez que entrara a aquella habitacion, humilde pero con todo lo necesario e indispensable para una buena estancia... una estancia sin lujos ni nada parecido.. pues su deber era vivir una vida humilde como la de su señor Jesús.

- Kadmiel-sama... - le llamó con pena y mucho respeto - me gustaría saber cuando comenzaran las clases mis clases... me gustaría empezar pronto.. - Estaba más... comia ansias y eso era malo, debía de esperar todo a su tiempo... pero no habia nada que deseara más en aquel momento.

Sonrío levemente ante su pregunta, el primer niño impaciente por comenzar las clases, por lo que veo será un chico interesante; y creo que ya he encontrado lo que buscaba, deberé de hacerle una visita a Kah e informarle sobre ello así queda todo claro de buenas a primeras.

-Primero deberá instalarse y familiarizarse un poco con el lugar para evitar cualquier clase de inconvenientes, pero no demorará mucho, creo que en un par de días podría ser- hablo con voz suave, intentando mantenerlo lo más cómodo posible, después de todo si las cosas se darán como creo y quiero entonces será mejor que guarde una buena impresión- ¿Algo más que quiera saber o pedir? Le ayudaré en todo lo que necesite en la medida de lo posible.

- Ie.. Kadmiel-sama.. me instalare rápidamente - sonrio un poco. Timido ante tan elegante poret de su mentor... cierto aire que este emanaba, era irreconosible para Abel.. era extraño nunca lo había sentido... cosas suyas talvez... Aunque de cierto modo, le gustaba.

- En ese caso, el que se ofrese soy yo, Kadmiel-sama, si necesita cualquier cosa... ayuda en lo que sea, porfavor acuda a mi. Yo estare complacido de poder ser util para usted, para el Director, para el seminario... -Queria ser util.. saber que Dios le miraria y sabria que estaba haciendo lo posible por estar a su lado, solo acciones buenas, para poder pedir por la persona que amaba y las cuales necesitaban de su ayuda.

No se exactamente por qué, pero al oirle decir que desea ser útil para el director y el seminario el coraje invade mi cuerpo, ¿será que acaso... estoy celoso? Si, ¿cómo no? Yo celoso de un niño que acabo de conocer, eso es algo imposible, al menos para alguien como yo lo es.

-No debe preocuparse por eso joven, no es necesario que haga nada, pero si así lo desea entonces le haré saber si se le requiere para alguna labor que esté a su alcance

Mientras hablo veo a los alrededores, esa habitación me trae muchos recuerdos, recuerdos de la primera vez que ingresé en ella hace ya unos cuantos años, cuando ingresé al seminario; si, inconscientemente, o eso creo, le dí la habitación que tiempo atrás fue ocupada por mi.