La habitación del mal.

Después de subir las escaleras al segundo piso, Jeremiah llega hasta el pasillo de las habitaciones con Marius.-Tengo un problema... No sé cuál es mi habitación, ¿puedo instalarme en cualquiera?-Arrastra todavía la maleta. Ya tiene ganas de vaciarla.

Mira fijamente la puerta del cuarto de Marius para retenerla en su memoria.
-Oh, estupendo, ahora ya sé dónde duermes.-Dice con tono lógobre. Se ríe y menea la cabeza.-Bueno, ¿qué, entramos y me das los mapas?.-Otra pregunta le viene a la cabeza.-Oye, Marius, ¿qué hay en la tercera planta?

Inspecciona con curiosidad la habitación de su nuevo amigo, sólo por ver cómo la tiene decordada y qué le puede revelar de la personalidad de Marius. Sonríe un poco al escucharle, con esa información su cerebro ya está generando muchas ideas para la apuesta.
-Así que ahí es donde duermen....-Le observa actuar.-Sí que te tomas molestias para esconder las cosas. ¿Acaso hacen revisión?

Coge las hojas con cuidado, un brillo cruza su mirada cuando empieza a interpretar los mapas.
-Oh, Dios. Esto es genial... Son muy detallados. Están geniales, eres todo un... ¿arquitecto, cartógrafo? Bah, no sé cómo se dice bien, pero ya sabes a qué me refiero.-Hace un gesto con la mano para quitarle importancia.-Por ciero, Marius... Me gusta tu piercing.-Se sienta en la cama para seguir viendo los mapas, maravillado por el trabajo del chico.-En cuanto los memorice, te los devuelvo....-Se tiene que apartar el pelo de la cara para poder leer mejor.

-¿Tienes compañeros a los lados?.-Levanta la mirada del mapa. Un mechón rebelde se le cruza tapándole un ojo.-Porque si no los tienes, podría coger una que esté pegada a la tuya e idear alguna forma de comunicación directa, como un agujero en la pared o algo así.-Sonríe y vuelve a mirar los mapas.

-Sí, venga...-Se guarda los mapas en el bolsillo trasero del pantalón. Agarra la maleta con una sola mano, aunque su brazo resiente.-Ojalá no haya nadie en esa....-Sale del cuarto de Marius y tan sólo tiene que andar unos metros, pocos pasos, para llegar a la puerta de la otra habitación. Llama a la puerta golpeando con los nudillos.-¿Hay alguien en casa?

Sonríe de oreja a oreja.
-¡Fantástico!.-Se apresura a dejar la maleta sobre la cama.-Bueno, no es gran cosa como habitación, pero al menos algo es algo. Además, estando al lado...-Gira la cabeza para sonreírle. Antes de deshacer su maleta, se acerca a la pared que tiene en común con Marius y le da unos golpecitos con el puño.-¿Has escuchado eso de que las paredes son de papel? Pues... Será fácil abrir un agujero aquí.

-Vaya, tal vez es una expresión que no has escuchado, pero viene a decir que las paredes son muy finas....-Como en la parte que golpea Marius no hay un pilar, suena hueco.-¿Entiendes a lo que me refiero? Uh... Gracias por haberme acompañado hasta aquí.

-Ha sido todo un detalle por tu parte.-Regresa a la cama y abre la maleta. Del interior saca jerseys, camisas, pantalones de vestir, etc. Todo ropa cara de alta calidad.-Esto es cosa de mi padre... Dice que la apariencia es muy importante y que es lo primero en lo que se suele fijar la gente, por eso no quiere que piensen que soy una especie de pordiosero.-Se encoge de hombros. También saca la ropa interior y guarda todo en el armario. Es bastante ordenado. Después de eso, saca unas libretas nuevas, un estuche con bolígrafos, lápices, gomas, en fin, el material escolar propiamente dicho. Extrae un fajito de billetes.-Por si las moscas... Supongo que el dinero todo lo puede, ¿no?.-Se descalza, mete los billetes en el zapato y vuelve a ponérselo.-Es una técnica un poco cochina.-Se ríe.-Bueno, ¿y ahora qué hacemos?

-También fue idea de mi padre, él es "un hombre de negocios".-dice en un tono que roza la ironía. Se sienta en la cama y observa detenidamente a Marius.-La última vez que llamaron a mi casa para contarle a mi padre lo que había hecho fue porque dejé un balde de agua sobre una puerta entornada y cuando un profesor intentó pasarla... ¡Zas!-Da un respingo, todo el pelo se mueve con él.-¡Se caló hasta los huesos y aun encima el cubo le dio en la cabeza!.-Se ríe.-¿Qué te parece como idea?

Se acaricia el mentón, pensativo.
-Vaya, en el confesionario... Qué lugar tan ideal para hacer una perrería. Pero, ¿y si en vez de tirarle agua lo dejamos encerrado por fuera? Sería divertido escuchar los gritos pidiendo ayuda... Y si no, un baño también está bien. ¿No dicen que hay que estar limpios para recibir a Dios?-Se pone en pie con energías renovadas.